El martes, el presidente Donald Trump amenazó con imponer sanciones a Pekín para limitar las importaciones chinas de acero y aluminio que, según él, están “diezmando” la industria estadounidense del sector.
El secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, propuso el viernes al mandatario gravar la importación de acero y aluminio o imponer altas tarifas a las de países como China, Rusia, Brasil y Venezuela o incluso fijar cuotas de importación para estos países.
Las iniciativas incluyen la imposición de una tarifa de más de 50 % a las importaciones de acero de Rusia, China y otros 10 países, o una tasa global de 24 %, dijo Ross advirtiendo que la actual compra de acero y aluminio “amenaza con perjudicar nuestra seguridad nacional”.
El Ministerio chino de Comercio ha tachado de “infundado” el informe del Departamento de Comercio de EE.UU. y dice que no concordaba con los hechos.
Trump por ahora no ha escogido ninguna de estas tres opciones, pero cada una de estas propuestas tienen el potencial de desatar una guerra comercial que involucraría a varios de los principales socios comerciales de Estados Unidos.
El portavoz de la Cancillería china, Geng Shuang, advirtió el miércoles que tal postura estadounidense podría poner en peligro la economía mundial.
“Cualquier signo de unilateralismo o de proteccionismo (…) empeorará los problemas del comercio global y dañará el impulso de recuperación de la economía mundial”, advirtió el diplomático chino, cuyo país en múltiples ocasiones ha denunciado las medidas proteccionistas de Trump contra Pekín.
Washington ya ha impuesto aranceles a varios productos chinos, levantando el temor de una guerra comercial entre las dos principales economías mundiales.